Las pruebas en derecho penal
Por Marco Esteban
Abogado Penalista
En un proceso penal hay tres formas principales de probar las cosas: con testigos, con documentos o con periciales. Los testigos son los que han visto u oído algo relevante sobre el presunto delito cometido. Los documentos pueden ser escritos, grabaciones de sonido o videos. Y las periciales son trabajos realizados por expertos, como la identificación de una huella de ADN.
Por otra parte, las pruebas pueden ser de dos tipos: directas e indirectas. Las indirectas también se denominan indiciarias. La prueba directa en la práctica es un testigo o una grabación audiovisual sobre el hecho principal que se investiga. Por ejemplo, en un asesinato es la declaración de Juan que vio a Pablo disparar a Carlos en su casa. O un video que registra el momento en que Pablo dispara a Carlos. ¿Pero qué pasa si no tenemos testigos ni grabaciones directas? Que la condena deberá basarse en otras pruebas no directas, sino indirectas o indiciarias, como la presencia de una huella de adn de Pablo en el lugar de los hechos.
Hay que tener en cuenta que una prueba indirecta, como el ADN, puede ser más potente que un testigo directo de los hechos que no sea fiable. El juez puede concluir que la única explicación razonable para la existencia de una huella de adn en el escenario del crimen es que Pablo mató a Carlos. Pero si hubiera una razón alternativa para la existencia de la huella de ADN. Por ejemplo, que Carlos fue contratado para realizar un trabajo en la casa de Carlos, entonces el juez no podría condenar si no tuviese más pruebas. Porque la huella de ADN, por sí sola, en ausencia de testigos, documentos u otras periciales, no sería suficiente para condenar a Pablo.